Colapinto debe minimizar el riesgo

Casos como el de Colapinto hay muchos. No son lo más común, pero suceden en el mundo del deporte, de la música, del espectáculo. La fama precoz, que llega mucho más rápido que lo pensado y que no es sencilla incorporar. Porque aunque desde afuera algún soñador lo pueda vivir con admiración y hasta aspirar a ese éxito social, sin dudas no es fácil asimilar semejante crecimiento.

Con 22 años por cumplir en mayo, el mismo Franco que movilizó a la Fórmula 1 y a los franceses de Alpine para contratarlo aunque sea como reserva, vive una situación que puede servir como aprendizaje. Errar es humano, sí, pero cualquier celebrity debe minimizar el margen para no quedar en offside sin sentido y encima hiriendo susceptibilidades, con temas que puertas adentro pueden ser chistosos pero que explotan viniendo de quien viene. En este caso, del piloto que se hizo famoso en todo el mundo y que es muy seguido por todos los argentinos.

El despegue de Colapinto fue a la velocidad de la luz. En julio de 2024, en Olé se lo nombraba como el promisorio piloto argentino, cuando corría en la F2, y hoy ya es una estrellita que atrae gente y, sobre todo, marcas. Y que genera reacciones, muy lógicas en Uruguay. Sus disculpas posteriores valen, sin dudas, aunque claramente el talento argentino puede tomar este exabrupto como un warning. Tarjeta amarilla, para que en el futuro tenga consciencia del lugar que ocupa.

Franco alcanzó lo que alcanzó por su capacidad deportiva y también por su perfil. Fachero, simpático, distendido, activo en redes sociales y a veces jugando al fleje con varias definiciones. Esta vez patinó: ser genuino, relajado, tener humor a veces conlleva estos riesgos. Colapinto tiene 21, es chico y dentro de todo lo que puede aprender, está el conjugar una imagen interesante y marquetinera que ya se armó con el respeto y el límite. Para minimizar los riesgos innecesarios como el del mate y el dulce de leche.