Sergio “Oveja” Hernández regresó a Misiones con su tradicional campus de entrenamiento, una propuesta que combina formación técnica, motivación y valores.
“El deporte es una herramienta de educación y de inclusión única”, manifestó en diálogo con El Territorio. El evento cuenta con más de 100 participantes de categorías U12 a U19 provenientes de toda la región, lo que lo convierte en uno de los encuentros más destacados del año.
El campus, que se desarrolla en las instalaciones del Club Tokio, incluye jornadas intensivas con entrenamientos, charlas y actividades grupales. Hernández no está solo en esta tarea; lo acompaña un equipo de trabajo conformado por Ariel Amarillo, Diego Alba, Matías Orlando y Tomás Martínez. Juntos, buscan transmitir el amor por el deporte y los valores que éste fomenta.
“Estamos muy felices de visitar la provincia de Misiones, un lugar muy lindo que nos recibió muy bien y con un clima ideal. Más de 100 chicos transformaron este campus en uno de los más multitudinarios. Posadas nos recibe y atiende de primera”, destacó Hernández.
El exentrenador de la Selección Nacional también reflexionó sobre lo que significa trabajar con las nuevas generaciones: “Después de tantos años de alto rendimiento, corriendo detrás de las victorias como única recompensa, volver a disfrutar del básquet en su estado puro es emocionante. Los chicos no tienen miedo a equivocarse, lo hacen para disfrutar y aprender del corazón, el básquet es una escuela de vida”.
Con 61 años y una carrera de más de cuatro décadas, Hernández valora estas experiencias como momentos de gran alegría y emoción. “Para mí, estos encuentros son un regalo. Los padres y los hijos me lo agradecen, pero el que tiene que agradecer soy yo. El básquet no es toda mi vida, pero es una parte muy importante de ella. Cada vez que hacemos un campus, ver tanta emoción y alegría me hace sentir un poco mejor”.
Sobre el impacto social del deporte, Hernández subrayó: “El deporte es una herramienta de educación y de inclusión única. No puede faltar en un proceso de desarrollo de una persona. La velocidad con la que educa en valores es incomparable. Aunque esta actividad sea privada y tenga su lado económico, disfruto mucho poder aportar algo a los jóvenes”.
Además, planteó un desafío importante: “Creo en el deporte como un derecho. Hay que buscar la manera de que el Estado lleve el deporte a la gente y no que la gente tenga que venir al deporte. Aunque sea el club más humilde, siempre hay un costo, y hay familias que no pueden afrontarlo. Es algo que debemos repensar como sociedad”.
Hoy, el campus continuará con un módulo de entrenamiento por la mañana que incluye prácticas técnicas y un almuerzo grupal. Por la tarde continúan los entrenamientos y para finalizar la jornada, los participantes tendrán una videoconferencia exclusiva con Nicolás LaproviÌÂttola, jugador de la selección argentina de básquet y actualmente es una de las figuras de Barcelona, quien compartirá sus experiencias en el alto rendimiento.
El compromiso de Hernández con el deporte y los jóvenes sigue siendo una inspiración. Este campus no sólo celebra el legado de un gran entrenador, sino también el futuro prometedor de las nuevas generaciones en el básquet argentino.
Un fin de semana soñado para la familia Sosa en el Campus
El campus de entrenamiento liderado por Sergio Oveja Hernández en Posadas, además de ser un espacio para aprender y perfeccionar habilidades en el básquet, dejó un recuerdo imborrable en la familia Sosa, gracias a un emotivo gesto del reconocido entrenador.
Diego Sosa, padre de dos jóvenes jugadoras de básquet, relató una experiencia que marcó a su familia durante el evento organizado por el Club Tokio.
Victoria, de la categoría U12, y Noemí, de la U13, comparten una pasión por este deporte y entrenan juntas. Sin embargo, por cuestiones económicas, solo una de ellas pudo inscribirse al campus.
“Estábamos disfrutando del campus, ya que Noemí lo estaba haciendo con su grupo. Mientras mirábamos el entrenamiento desde la tribuna, en un momento se acercó Sergio Hernández y nos preguntó de dónde éramos”, comenzó a relatar Diego. “Le comenté que somos de Itaembé Guazú y que mis hijas entrenan en Mitre.
Fue entonces cuando la “Oveja” dirigió su atención a Victoria y le preguntó: “¿Jugás al básquet?”. Con timidez, la joven respondió que sí, que formaba parte de la categoría U12. Al preguntarle por qué no estaba entrenando, Victoria explicó que solo les alcanzaba para que una de las dos hermanas pudiera asistir. Tras escucharla, Hernández se despidió con una sonrisa, pero la historia no terminó ahí.
Diez minutos después, Sergio regresó con una camiseta del campus en la mano. Se acercó a Victoria y le dijo: “Desde hoy vas a disfrutar del campus desde adentro. Yo me hago cargo de tu inscripción. Anda a cambiarte”. Las palabras del entrenador llenaron de alegría a la joven, quien lo abrazó emocionada antes de ir a buscar sus zapatillas.
“Como padre, este gesto me llenó de satisfacción. Ver a mis hijas disfrutar del deporte es algo que no tiene precio. Este recuerdo no lo vamos a olvidar nunca”, aseguró Diego. “Me siento orgulloso de que elijan el básquet; es una enorme alegría para nuestra familia”.
Por su parte, Victoria compartió su emoción. “No podía creerlo, Sergio me saludó y me preguntó si jugaba al básquet. Me dijo que esperara un momento y cuando regresó con la camiseta, fue algo muy emocionante. Lo abracé a él y a mi papá, y rápidamente fui a buscar mis cosas para empezar a entrenar”.
El campus de básquet en Posadas no solo fue una oportunidad para que más de 100 jóvenes aprendieran de uno de los más grandes entrenadores de Argentina, sino también un escenario donde se escribieron historias que quedarán en la memoria de muchas familias, como la de los Sosa.
Fuente: Fernando Galarraga, El Territorio.