Mirá, mirá, sacale una foto

Habrá quienes estén de acuerdo, habrá quienes no. Seguramente, un Narigón Bilardo no se lo permitiría a nadie. Y varios más. Sin embargo, Gustavo Quinteros tomó una decisión que no se suele ver en el fútbol hiperprofesional. Probablemente calibró muy bien la situación, analizó y definió pasar de largo en la final de su Vélez campeón justamente por el Trofeo de Campeones. Gestos como este, discutibles, humanizan y hacen bien. No todo es a cualquier costo.

Quinteros viene de ganar un torneo larguísimo con Vélez y, trotamundos (Chile, Ecuador, Bolivia), no quiere dejar pasar momentos de su vida como lo hizo a través de su carrera. “Tanto como jugador y como técnico, he tenido que ausentarme en fechas y eventos muy importantes de mi familia, priorizando siempre mi trabajo por encima de ellos. Este 21 de diciembre se celebra el casamiento de mi única hija, y quiero estar a su lado en uno de los días más importantes de su vida. Deseo acompañarla al altar y vivir junto a ella este momento tan especial”, fue su mensaje. Y Vélez, un club que es familia, acompaña: “Entendemos la relevancia en la vida personal y familiar de este evento y acompañamos la decisión del entrenador”. Si fuera una final del mundo, sin dudas que no se lo perdería, pero se trata de un partido que recién fue confirmada su fecha el 8 de noviembre y claramente el casamiento ya estaba fijado para ese día.

Detras de esto, está la confianza en el trabajo de equipo. En su ayudante y primo Chavo Desábato (que conoce mucho al rival) para tomar las riendas una noche y en el equipo que el propio DT fue moldeando durante todo este tiempo. Esta actitud, después de tantos años de carrera, pone en eje otros valores más allá de la competitividad y el profesionalismo. No le baja el precio a la final sino que pone en realidad lo que significa esta final.

Gustavo Quinteros da indicaciones en un entrenamiento. (Foto:
Prensa Vélez)

Relacionados

Últimos artículos